Sitio Arqueológico Maya Santa Leticia, está ubicado a una altitud de 1400 metros sobre el nivel del mar, en una ladera cultivada de café en el Cerrito de Apaneca, un pico volcánico en la cordillera Apaneca-Ilamatepec, en el departamento de Ahuachapán. Se ha situado cronológicamente en el 600 aC.
Historia
En 1878, el viajero alemán Simeón Habel publicó una monografía sobre las esculturas monolíticas, que mencionaba a tres “gordinflones” situados en un terreno de la Sierra de Apaneca, en el departamento de Ahuachapán.
Durante casi cien años, estos monolitos estuvieron cubiertos por la vegetación, y no fue hasta 1963 que el dueño de la finca Santa Leticia, Ricardo Valdivieso Oriani, los redescubrió accidentalmente. Viendo la magnitud del hallazgo, recurrió al arqueólogo Stanleys Boggs para que trabajara con Patrimonio Cultural de El Salvador. Después de tres años de trabajo, se decidió pedir ayuda al Museo Peabody, al Departamento de Arqueología de Harvard University y a la Fundación Danforth, quienes incorporaron al arqueólogo Arthur Demares en la continuación de los estudios. A ellos se debe el descubrimiento de las tres figuras monumentales.
Las muestras más notables del yacimiento son las tres enormes esculturas de piedra llamados “gordinflones” o “barrigones” de Apaneca (o “potbelly”) que se encuentran en la finca Santa Leticia donde también se han hallado ruinas de una primitiva pirámide. Se cree que el sitio fue un lugar de culto en el período Preclásico Temprano, quizás desde antes del segundo milenio antes de Cristo.
La zona arqueológica completa cubre un área aproximada de 15 hectáreas que incluye montículos, una terraza artificial además de los tres monumentos del distintivo estilo «gordinflones» o “barrigones”.
Dos de estas figuras aún se encuentran en el lugar donde fueron encontradas; la otra fue trasladada al casco de la finca.