Reconocen al escritor Ignacio Padilla en Bellas Artes

CIUDAD DE MÉXICO – El escritor y exponente del «Manifiesto del Crack» Ignacio Padilla fue reconocido como protagonista de la literatura mexicana, en un acto en el que el autor se definió como parte de «una generación que pudo dedicarse muy tempranamente a la creación literaria en un país sin lectores».

En una conversación titulada «Protagonistas de la literatura mexicana» en el Palacio de Bellas Artes con los escritores Ana García Bergua y Jorge Fernández Granados, se constató a Padilla (Ciudad de México, 1968) como un cuentista, novelista, cronista y ensayista mexicano consolidado.

«Sé que de ese grupo (del Crack), Ignacio Padilla es el más querido y admirado en su afán por hacer ante todo literatura», consideró García Bergua, durante este diálogo entre artistas en el que se resaltó el poder narrativo, y su influencia en las letras mexicanas, de Padilla.

En entrevista a Efe, aseguró que el movimiento del «Crack», es «una importante contribución a la renovación de la literatura en nuestro idioma».

Formado ya hace veinte años, de esta generación dijo que «es un ejemplo de que la literatura puede vivirse como una historia de amistad», pues afirmó que sus autores comparten todos los logros y «lo hacemos propio».

Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua (AML) desde 2011, parte de la obra de «Nacho» Padilla ha sido traducida a más de 15 idiomas, publicando alrededor de 30 libros entre los que destaca el cuento y la literatura para niños.

El llamado «físico cuéntico», aseguró que el cuento seguirá siendo «un rey secreto», pues dijo será el «género a partir del cual surgen las grandes propuestas novelísticas en español para América Latina y el resto del mundo».

Apuntó que la literatura para niños «es fundamental para la generación de un público lector, pero también para la identificación de la vocación de creación literaria». «Si no existiera la literatura para niños, no tendríamos literatura para adultos porque tampoco había lectura, ni amor por los libros», afirmó.

Reconoció los espacios como el de las conversaciones como protagonista de la literatura mexicana, pues dijo que ahí se crea algo singular para la literatura, «que un autor pueda conocer a sus lectores, recibir algo de ellos y que los lectores vean algo más que les permita completar lo que han leído o lo que quisieran leer».

«(Quienes) le dan existencia a cualquier libro son los lectores y el escritor, a diferencia del intérprete o del actor, suele ser desconocido. No hay un contacto directo como autor con mis lectores», aseguró Ignacio Padilla.

En 1996, Padilla y un grupo de colaboradores, entre ellos Jorge Volpi, Eloy Urroz, Pedro Ángel Palou y Ricardo Chávez, lanzaron el «Manifiesto del Crack», que tenía como objetivo renovar la literatura mexicana.

Padilla es considerado uno de los mayores exponentes de este grupo y entre sus libros sobresalen los relatos «Subterráneos» (Premio Nacional de las Juventudes Alfonso Reyes 1989), «El año de los gatos amurallados» (Premio Kalpa de Ciencia Ficción 1994) y «Las antípodas y el siglo» (Premio de Cuento Gilberto Owen 1999).

Narrador por excelencia, entre sus novelas destacan «La catedral de los ahogados» (Premio Nacional Juan Rulfo para Primera Novela 1994), «Si volviesen sus Majestades» (1996), «Amphitryon» (Premio Primavera de Novela 2000), «Espiral de artillería» (2003) y «La gruta del toscano» (Premio Mazatlán de Literatura 2007).

Ganó el premio de novela La otra orilla 2011 con la obra «El daño no es de ayer».

En 2016 publicó la obra «Cervantes y Compañía», una serie de ensayos en coincidencia con el aniversario de los cuatro siglos del fallecimiento de Cervantes y del inglés William Shakespeare.

Inicia la tradicional fiesta de la Guelaguetza

CIUDAD DE MÉXICO – La tradicional fiesta de la Guelaguetza en Oaxaca, inició este lunes con un fuerte dispositivo de seguridad dentro y fuera del Auditorio Guelaguetza ante cualquier movilización que podrían realizar integrantes de la Coordinadora Nacional de la Educación (CNTE).

El primer «Lunes del Cerro» abrió con el baile de las Chinas Oaxaqueñas forradas de tradicionales y coloridos atuendos.

Más tarde las mujeres de la Cuenca del Papaloapan se harán presente con la delegación de San Juan Bautista Tuxtepec, que interpretarán «Flor de Piña», mientras que ejecutantes de la Villa de Zaachila, mostrarán la Danza de la Pluma, misma que evoca la Conquista por parte de los españoles.

Por su parte, mujeres de San Andrés Huaxpaltepec portaron un moño negro en su traje regional y en honor a las víctimas del pasado 19 de junio en Nochixtlán.

También abrirán plaza las mujeres y hombres de Santa María Huatulco, Miahuatlán de Porfirio Díaz, Huautla de Jiménez, El Espinal, San Pedro y San Pablo Ayutla Mixe, San Pablo Macuiltianguis, Huajuapan de León, Unión Hidalgo y Santiago Pinotepa Nacional.

Se estima que la primera edición de la Guelaguetza concluya hacia las 14:00 horas, para dar paso a la segunda presentación a partir de las 17:00 horas, en el mismo escenario.

Museo Frida Kahlo

El museo Frida Kahlo se ubicada en la calle de Londres 247, en uno de los barrios más bellos y antiguos de la Ciudad de México, la Casa Azul fue convertida en museo en 1958, cuatro años después de la muerte de la pintora. Hoy es uno de los museos más concurridos en la capital mexicana: mensualmente recibe cerca de 25 mil visitantes, 45% de ellos extranjeros.

Cuando uno profundiza en el conocimiento de la obra de Frida Kahlo y tiene el privilegio de conocer su hogar, se descubre la intensa relación que existe entre Frida, su obra y su casa. Su universo creativo se encuentra en la Casa Azul, sitio en el que nació y murió. Aunque al casarse con Diego Rivera vivió en distintos lugares en la Ciudad de México y en el extranjero, Frida siempre regresó a su casona de Coyoacán.

La llamada Casa Azul Museo Frida Kahlo es el lugar donde los objetos personales revelan el universo íntimo de la artista latinoamericana más reconocida a nivel mundial. En esta casona se encuentran algunas obras importantes de la artista: Viva la Vida (1954), Frida y la cesárea (1931), Retrato de mi padre Wilhem Kahlo (1952), entre otras. En la recámara que Frida usaba de día permanece su cama con el espejo en el techo. Su madre lo mandó colocar después del accidente que Frida sufriera en el autobús, al regresar de la Escuela Nacional Preparatoria. Durante la larga convalecencia que la mantuvo inmóvil por nueve meses y gracias al espejo donde se reflejaba, Frida pudo retratarse. En la cabecera de su cama se pueden ver los retratos de Lenin, Stalin y Mao Tse Tung; en el estudio se encuentra el caballete que le regalara Nelson Rockefeller, sus pinceles y sus libros; y en su recámara de noche se guardan la colección de mariposas, obsequio del escultor japonés Isamu Noguchi, además del retrato que le hiciera a Frida su amigo y amante, el fotógrafo Nickolas Muray. Cada objeto de la Casa Azul dice algo de la pintora: las muletas, los corsés y las medicinas son testimonios del sufrimiento de las múltiples operaciones a las que fue sometida. Los exvotos, juguetes, vestidos y joyas hablan de una Frida coleccionista. La casa misma habla de la vida cotidiana de la artista. Por ejemplo, la cocina que es típica de las construcciones antiguas mexicanas, con sus ollas de barro colgadas a las paredes, y las cazuelas sobre el fogón son testimonio de la variedad de guisos que se preparaban en la Casa Azul. Tanto Diego como Frida gustaban de agasajar a sus comensales con platillos de la cocina mexicana, prehispánica, colonial y popular. En el comedor convivieron grandes personalidades de la cultura y destacados artistas de la época: André Breton, Tina Modotti, Edward Weston, León Trotsky, Juan O´Gorman, Carlos Pellicer, José Clemente Orozco, Isamu Noguchi, Nickolas Muray, Sergei Eisenstein, el Dr. Atl, Carmen Mondragón, Arcady Boytler, Rosa y Miguel Covarrubias, Aurora Reyes e Isabel Villaseñor, entre muchos otros. La Casa Azul se convirtió en una síntesis del gusto de Frida y Diego, y de su admiración por el arte y la cultura mexicana. Ambos pintores coleccionaron piezas de arte popular con un gran sentido estético. En particular, Diego Rivera amaba el arte prehispánico. Muestra de ello es la decoración de los jardines y el interior de la Casa Azul, donde se muestran algunas piezas realmente bellas. El hogar de Frida se abre como museo porque tanto Kahlo como Rivera abrigaron la idea de donar al pueblo de México su obra y sus bienes. Diego pidió a Carlos Pellicer, poeta y museógrafo, que realizara el montaje para abrirlo al público como museo. Desde entonces, la atmósfera del lugar permanece como si Frida habitara en él.

Trajineras en Xochimilco

Al visitar las trajineras en Xochimilco disfrutarás de sus riquezas naturales, canales, chinampas, monumentos históricos, Museo Arqueológico, mercados, tradiciones y su cultura; es verdaderamente un lugar que se ha caracterizado por conservar sus tradiciones.

En los canales Turísticos se puede disfrutar de un paseo agradable, consentir a su paladar con comida típica y deleitar su oído con la música de su preferencia: marimba, salterio, mariachi y norteños.

Lugar perfecto para el esparcimiento, la diversión y el conocimiento; donde el tiempo parece haberse detenido en manifestaciones culturales, ancestrales canales y edificios coloniales, muestra clara de esta riqueza que les espera todos los días del año.

Pueden abordar una de las más de 200 trajineras con las que cuentan los 10 embarcaderos de esta zona: Cuemanco, Caltongo, Fernando Celada, Salitre, Belém, San Cristóbal, Zacapa, Las Flores, Nuevo Nativitas y Belem de las Flores.

Los embarcaderos son como un estacionamiento de trajineras, esas coloridas barcas de madera con fondo plano profusamente decoradas y pintadas de colorines. El lugar es un hervidero de vendedores, barqueros, turistas, parejas y familias que caminan entre puestos de comida rápida, lo que aquí se llaman botanas, anuncios de baños públicos muy higiénicos y vendedores de recuerdos. El olor de los tacos, de las enchiladas y de diferentes especias invade el ambiente otorgando al lugar la categoría y el caché de lugar auténticamente mexicano.

En cualquiera de los embarcaderos nos esperan decenas de trajineras listas para partir mientras otras permanecen semihundidas y otras parecen recién pintadas. Tras acordar el recorrido y negociar el precio, nos subimos a una de ellas para sumergirnos en un mundo de olores, colores y sonidos que nos alejan del mundanal ruido. Mientras la barca se desliza suavemente por los canales impulsada por el barquero con una larga pértiga de madera, pronto salen a nuestro paso todo tipo de vendedores en canoas, barcas y chalupas.

 

Palacio de Bellas Artes

El Palacio de Bellas Artes, ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de México, es la casa máxima de la expresión de la cultura, el teatro lírico más relevante y el centro más importante del país dedicado a todas las manifestaciones de las bellas artes. La Unesco lo declaró monumento artístico en 1987.

Bellas artes se popularizó en el siglo XVIII para referirse a las principales formas de arte que se desarrollaban por el uso de la estética, la idealización de la belleza y e Inaugurado bajo el nombre de Museo de Artes Plásticas, el 29 de septiembre de 1934, fue el primer museo dedicado a la producción plástica y también el origen indiscutible del sistema de museos de arte por ser el primer museo de arte en México. Su construcción fue encargada por el presidente mexicano Porfirio Díaz al final de su mandato, con motivo de la celebración del Centenario del Inicio de la Independencia de México. Como institución, depende del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), del gobierno federal.

Este recinto alberga diversos escenarios y salas para la práctica y exposición de obras de arte. Destaca la gran sala de espectáculos. Tuvo un aforo para 1 977 personas, pero después de su modernización perdió 300 butacas. El escenario es de veinticuatro metros de longitud.1 En él se encuentra el gran telón antifuego (único en el mundo dentro de un teatro de ópera) con la imagen de los volcanes mexicanos Popocatépetl e Iztaccíhuatl, y un peso de 24 toneladas. Este telón fue encargado a la Casa Tiffany de Nueva York a modo de un enorme rompecabezas. En el techo de la sala se encuentra la lámpara de cristales, que fue diseñada por el húngaro Geza Marotti y en la que se representa al dios griego Apolo rodeado de las musas de las artes. La Orquesta Sinfónica Nacional, la Compañía Nacional de Teatro, la Compañía Nacional de Ópera y la Compañía Nacional de Danza presentan sus temporadas en este recinto. Entre los artistas que se han presentado en el palacio se cuentan Lola Beltrán, la primera intérprete de música ranchera en cantar con mariachi en este recinto con más de 17 presentaciones.