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Mitad del Mundo

¿Sabías que Quito está en la mitad del mundo? Sí, y es su latitud 0-0’-0’’ la que hace que esta ciudad y el mismo país sean únicos.

En el siglo XVIII, una misión geodésica francesa trabajó durante ocho años para definir dónde cruza la línea ecuatorial y, en 1836, se construyó un monumento en el lugar señalado. Actualmente, este es una de las principales atracciones turísticas de Quito, hay pocos lugares en el mundo donde puedes tomarte una foto con un pie en cada hemisferio.

Para honrar los esfuerzos históricos de una misión geodésica, el monumento ecuatorial Ciudad Mitad del Mundo fue construido en la Parroquia de San Antonio y está localizada en el Museo Etnográfico en Quito. A 13 kilómetros norte del centro de Quito, los visitantes pueden disfrutar las vistas sobre el monumento en la mitad del mundo, que se encuentra en la parte superior del monumento a 30 metros de altura. Hecho de hierro, hormigón y decorado con pierda andesita hermosa, el monumento es una visita obligada para los turistas del centro del mundo; Quito.

Cerca del monumento histórico, se encuentra mucha cultura, verdadera prueba que como el centro del mundo, Quito, no hay otro. El Museo de Sitio Intiñan da a los turistas una visión de las maravillas realizadas sólo en el centro del mundo. Solo en el museo pueden ver demostraciones dirigidas por nuestras guías expertas, cómo equilibrar un huevo sobre un clavo y como el efecto Coriolis afecta a la forma en que el agua fluye. El museo también ofrece una visión histórica de nuestros antepasados, una mirada más profunda a la historia de Quito y también ofrece una ubicación para los festivales que se toman acabo durante los días de Equinoccios y Solsticios.

Iglesia de la Compañía de Jesús

Es el templo cumbre del barroco latinoamericano. Sobrecoge la belleza y el esplendor del templo en su ambiente único de pan de oro que los pilares, bóvedas y cúpulas; su fachada barroca es una obra de arte en piedra andina. El retablo mayor, dorado por Bernardo de Legarda, contiene las esculturas de las cuatro comunidades religiosas que evangelizaron a Quito.

Su fachada es una obra de arte hecha en piedra volcánica. En sus interiores encontrarás altares, púlpitos, retablos, pilares, bóvedas y cúpulas recubiertas de pan de oro (técnica de la Escuela Quiteña que recubría las estructuras con láminas de oro).

Este templo jesuita también ha sido conocido como “Templo de Salomón de América del Sur”, la “Ascua de oro” o “El mejor templo jesuítico del mundo”. Gracias a su ornamentada y dorada decoración es considerada “la Joya del Barroco de América y del mundo”. La característica más especial de la iglesia de la Compañía son sus figuras barrocas (geométricas, flores, frutos, guirnaldas) en madera de cedro, tallada y bañada con pan de oro de 23 quilates. El color de este templo es el dorado y es esa misma característica la que impresiona a turistas y locales.

Entre sus altares observarás imágenes de fundadores y reconocidas figuras de comunidades religiosas como San Francisco de Asís, Santo Domingo de Guzmán, San Agustín, Luis Gonzaga, Mariana de Jesús e Ignacio de Loyola. Entre sus varias obras destacadas están la del altar mayor, que representa a la Virgen, José y la Santísima Trinidad.

Plaza de San Francisco

Una de las más grandes de Quito, esta plaza es una planicie de piedra volcánica en la que encontrarás la iglesia y el convento de San Francisco, uno de los complejos arquitectónicos más imponentes de América. Fue construido en 1550 y, desde entonces, sus campanarios gemelos son parte de la imagen postal de la ciudad.

Desde períodos preincaicos y antes de la conquista española, fue el principal mercado de la zona, donde se comerciaban todos los productos que venían del mar, del campo andino y de la Amazonía.

El Panecillo

Subir al Panecillo y admirar la extensión de Quito desde las alturas es una experiencia que debes vivir en tu paso por la ciudad de la Mitad del Mundo. El Panecillo es una loma que divide a la ciudad entre norte y sur y en cuya cima está la representación de la única virgen alada, también conocida como la Virgen de Quito. Es una estructura gigante compuesta de 7 mil piezas de aluminio, réplica de la escultura del artista quiteño Bernardo de Legarda.

Te recomendamos acceder a la cima de la loma de El Panecillo en taxi o en el bus turístico. Desde ahí podrás admirar el trazo de esta ciudad milenaria que no ha alterado su morfología original en más de cuatro siglos. Este fue uno de los motivos por los que la UNESCO lo declaró como Primer Patrimonio Cultural de la Humanidad. El monumento de la Virgen te permitirá admirar en detalle elementos como la serpiente, el mundo, la corona y las alas de esta imagen religiosa. ¡Ver los detalles de la Virgen demuestra que visitar Quito es una experiencia única!

Desde aquí tienes una vista privilegiada de toda la ciudad. Existe un mirador pequeño al costado sur, desde el que podrás observar varios de los picos y volcanes de nuestra cordillera desde El Panecillo. Se puede disfrutar de Quito y toda su gloria desde estas alturas.

Otro atractivo que hace visitar Quito, está ubicado en ese mismo mirador. Es un monolito de piedra que según las investigaciones, es un punto de energía que apunta directamente al centro del planeta. ¡Trata de tocarlo para conectarte con la madre tierra y renovar tus energías!

Existe un museo dentro de la estructura de la Virgen que vale la pena visitar, para enterarte de cómo trajeron desde Francia sus piezas y la estructura de la imagen y cómo fueron armadas. Desde la belleza de los detalles de la Virgen hasta el monolito de piedra, es evidente que es un beneficio cultural visitar El Panecillo. Quito pronto se convertirá en una de tus ciudades favoritas.

La Ronda

Es una calle tradicional, asociada con la bohemia y el arte del Quito de antaño. Sinónimo de gastronomía, artesanías y diversión, especialmente por las noches, es la calle más antigua de Quito y vio nacer músicos pioneros del pasillo, pintores y a varios de los poetas más reconocidos de los años 30.

Una cuadra al sur de la Plaza Santo Domingo, en pleno Centro Histórico, hay un espacio donde te reencontrarás con juegos del pasado, como trompos, yo-yos, muñecos de madera o la rayuela, entre otros. Y si quieres sacar fotos, este el enclave perfecto, pues aquí los artesanos trabajan a vista de los peatones materiales como plata, paja toquilla y hojalata (la hojalatería es parada obligatoria). En locales como Zalabartes, Humacatama o Chez Tiff, por ejemplo, encontrarás otros artesanos que trabajan con chocolate, miel de abeja, madera o textiles.

En esta vía también se arremolina el aroma a quesadillas, empanadas, panes y canelazo, una bebida alcohólica caliente, hecha con aguardiente y canela, que se consume en zonas altas de Ecuador y países aledaños. Por las noches estos bocaditos son protagonistas y solo les roban el show los músicos que entonan notas tradicionales en distintos bares y restaurantes.

En La Ronda también respiras arte: aquí verás esculturas, bargueños y alforjas de estilo barroco, vivo reflejo de la fusión iconográfica europea e indígena, piezas atribuidas a la reconocida Escuela Quiteña de creación artística, propia de la época de la colonia.

Plaza Grande

Conocida como «Plaza de la Independencia», la Plaza Grande es el núcleo del Centro Histórico, donde también podrás apreciar la dinámica diaria de muchos quiteños.

Esta plaza es uno de los mayores atractivos del casco colonial de Quito. En ella se descubren algunas de las joyas arquitectónicas que le permitieron ser declarada por las Naciones Unidas, como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

No fue la primera plaza de la ciudad, pero, desde el siglo XVI ha sido un punto de reunión por excelencia y escenario de leyendas y crónicas de Quito, pues está flanqueada por La Catedral, el Palacio Presidencial, el Palacio Arzobispal y el Palacio Municipal. A los lados y bajo La Catedral encontrarás cafeterías, donde podrás degustar sándwiches de pernil, jugos de fruta fresca y secos de chivo, preparados por mujeres que llevan años en su oficio.

Como en pocas partes del mundo, en el piso más bajo del Palacio de Gobierno verás una tienda con artesanías y te llamará la atención una barbería muy tradicional en la ciudad.

En medio de la plaza está el monumento a la Independencia, inaugurado el 10 de agosto de 1909, donde verás un león herido (en referencia a las tropas españolas), un cóndor rompiendo las cadenas de la opresión (emblema del país) y, en la parte superior, a la diosa romana Libertas, que sostiene una antorcha.

A pocos pasos de la plaza está el Pasaje Espejo, una calle peatonal en la que se encuentra el histórico Teatro Bolívar y la Plaza Chica, además de restaurantes de comida típica y de cocina-fusión.

A una cuadra de distancia de la Plaza Grande está la casa patrimonial Pérez Pallares que es, quizás, uno de los puntos históricos recuperados más emblemáticos.

Desde uno de sus balcones, se cuenta que Manuela Sáenz le lanzó un ramo de flores a Simón Bolívar, desencadenando una relación amorosa, que luego influiría en el proceso independentista de América. Actualmente, la casa está por convertirse en un hotel.