Neuquén sí que hizo honor al significado de su nombre: atrevido, audaz, pujante en lengua mapuche. Desarrollándose de manera rápida e ininterrumpida durante los últimos años, la ciudad de mayor crecimiento de la Patagonia, situada en la confluencia de los ríos Limay y Neuquén, se caracteriza por Su jerarquía comercial, por ser el centro del movimiento político, administrativo y cultural de la región y por su agitada vida nocturna.
Neuquén es el eje económico de la zona. Allí tienen sede sur importantes empresas petroleras. Su fuerte desarrollo urbano es enmarcado por el verde de las chacras bajo riego y la meseta esteparia hacia el oeste. Su clima es riguroso, con fríos inviernos y muy cálidos veranos, además de vientos fuertes debido a que buena parte de la ciudad se encuentra en altura sobre las bardas (borde de la meseta).
El ferrocarril arribó por primera vez a la Confluencia en 1902 inaugurando el puente ferroviario sobre el río Neuquén, obra de gran magnitud para la época. El trazado de las calles de la actual localidad remarca su origen como ciudad ferroviaria, ya que las principales arterias cambian sus nombres a la altura de los rieles. Hoy el ferrocarril transita muy poco y las playas de maniobras y edificios circundantes han sido «reciclados» en museos, paseos, etc.
También es sede de gran parte de las facultades de la UNCo (Universidad Nacional del Comahue) y su vida cultural es intensa y variada.
En verano, su cercanía con tres ríos (Neuquén, Limay y Negro) permite brindar variadas opciones a la hora de buscar un balneario para refrescarse o recrearse.
Cuenta con excelente oferta hotelera. Arriban a su terminal empresas de colectivo desde todos los destinos del país y su aeropuerto tiene una actividad destacable estando entre los primeros del país por el número de aviones que aterrizan y despegan diariamente. A consecuencia de esta completa infraestructura, Neuquén resulta para muchos la puerta de acceso a la Patagonia.