El Arco de Santa Catalina es uno de los lugares más característicos de esta ciudad colonial.
De acuerdo con las estadísticas del Instituto Guatemalteco de Turismo (Inguat), es visitado por miles de turistas en el año.
Su historia
Según información de la Universidad Francisco Marroquín, este arco fue construido originalmente como una pasarela para que las monjas del claustro de las catalinas se trasladaran al anexo que quedaba en el otro extremo.
El referido claustro, el Convento de Santa Catalina Martir, tenía un carácter de reclusión, por lo que se les impedía a las monjas salir a las calles.
Debido al incremento del número de religiosas, se requirió la utilización del espacio de enfrente, por lo que se autorizó la construcción de la obra.
Restauración
Luego de los terremotos de 1773, se ordenaron nuevos arreglos al arco, por lo que tomó mayor relevancia.
De acuerdo con el arquitecto Osmin de la Maza, fue en 1843 cuando se planteó la conservación de este monumento. Sin embargo, los trabajos de mantenimiento y la instalación de la primera torre para colocar su reloj se realizó diez años después.
Se reanudaron las obras y se inauguraron en 1947.