Las aguas de Panamá son el hogar de más de 30 especies de cetáceos (delfines y ballenas). En las Islas de las Perlas, (el hogar de dos temporadas de la serie de televisión Survivor) hay cristalinas aguas color turquesa y muchas islas, algunas abandonadas, donde se puede nadar, peinar la playa, hacer snorkel u observar desde una embarcación con fondo de cristal las ballenas y delfines, así como manta rayas, tortugas marinas e incluso tiburones ballena que frecuentan estas aguas. Además de todos los peces de colores tropicales de arrecife que puedes encontrar aquí.
Panamá y Costa Rica reciben migraciones de ballenas jorobadas del hemisferio norte y del sur. Entre junio y octubre, 2 mil de estos cetáceos llegan de Antártica a las cálidas aguas panameñas. Es la migración más larga que hace un mamífero: unos 10 mil kilómetros. De Norteamérica llegan unos 300 individuos entre noviembre y marzo.
Eran casi las 9:00 a.m. mientras pasábamos velozmente bajo el puente de Las Américas. El cielo despejado y con un clima disfrazado de verano, el capitán Beto tomó rumbo hacia el archipiélago de Las Perlas. Luego de una hora, aparecieron los delfines, ¡por montones! Los turistas rápidamente se colocaron la mascarilla, las chapaletas y se lanzaron al mar.
Durante el viaje, la guía especializada en cetáceos Anne Gordon, dewhalewatchingpanama.com, hablaba sobre las ballenas jorobadas. Cuenta que en vez de dientes, tienen una especie de filtro como una escoba. Toman un gran buche de agua con peces que empujan con su lengua contra ese filtro que atrapa el alimento dentro de su boca. Pero aquí en Panamá no vienen a comer, solo llegan a aparearse y a dar a luz.
Era casi el mediodía cuando finalmente vimos las primeras jorobadas: una madre con su ballenato. Fue un momento especial, los observábamos guardando distancia y con los motores apagados. En eso, el pequeño ballenato saltó fuera del agua dejando a todos boquiabiertos sin tiempo para fotos. Más adelante hay otro ballenato, un poco más grande.
Este daba vueltas lentamente sobre su lomo, mientras su madre permanecía bajo el agua saliendo más o menos cada 15 minutos a tomar aire. Una hembra adulta puede medir unos 15 metros y pesar 50 toneladas. Luego de almorzar en isla Contadora volvimos al mar. A lo lejos, vimos un grupo de machos. Anne pidió apagar los motores y sumergió un hidrófono. El aparato permitía escuchar los cantos de las ballenas, fue emocionante, a veces sonaban como un ternero y otras, como una vieja puerta que se abría lentamente. “Solo los machos cantan y lo hacen de cabeza”, explicaba Anne. El sonido de su canto puede viajar cientos de kilómetros.
Las ballenas jorobadas son las más fáciles de ver, ya que permanecen mucho tiempo en la superficie y son conocidas como las acróbatas del mar. A nuestras aguas también llegan las ballenas de Bryde, pero solo suben a la superficie momentáneamente. A veces llegan las ballenas piloto y, en raras ocasiones, las orcas.