San Telmo

San Telmo

Durante los siglos XVII y XVIII Buenos Aires comenzó a expandirse y a poblar este barrio del sur. Quienes lo poblaron inicialmente San Telmo lo llamaron también Altos de San Pedro, fue un reducido grupo dedicado a las tareas del cercano puerto. Se ubicaron en las cercanías de la Plaza Dorrego y sobre la actual calle Defensa, que es considerada la más antigua de la ciudad.

El barrio fue creciendo, prosperando, convirtiéndose en residencia de tradicionales familias que hoy ocupan un destacado lugar en la sociedad argentina. Ejemplo de familias notables: las de Domingo French, Esteban De Luca, Esteban Echeverría y otros tantos.

Durante las «Invasiones Inglesas» San Telmo  fue ocupado por los invasores y en el mismo se establecieron dos hospitales de sangre. En esta oportunidad se produjeron algunos hechos notables como el que protagonizó doña Martina Céspedes, quién tomó prisioneros a once de los doce ingleses que entraron en su hogar, ya que uno de ellos terminó casándose con su hija. Durante la época de Rosas, se instaló en el Barrio, en la calle Chacabuco, el Cuartel de la Mazorca, viviendo muy cerca su célebre jefe, Ciriaco Cuitino.

Uno de los hitos más importantes de la historia del barrio de San Telmo tiene lugar durante la epidemia de fiebre amarilla en 1871. Este hecho produjo un gran éxodo en especial de las familias más adineradas, las mismas que se vieron obligadas a hacer abandono de sus grandes casonas, que actualmente existen.

Estas casas abandonadas sirvieron de albergue a varias familias de inmigrantes y se fueron transformando en lo que se conoce hoy en día como «conventillos».

Además, es San Telmo uno de los barrios más típicamente porteños, cerca del centro de la ciudad, con una reserva histórica y arquitectónica muy representativa, ya que aglutina edificios de los siglos XVII , XIX y XX, preservando a su vez parte del importante patrimonio cultural de la ciudad. Pueden admirarse las estrechas callecitas empedradas, las casas coloniales con rejas de hierro forjado y las construcciones de estilo inglés, francés y art nouveau. Con el aflujo migratorio, San Telmo, el barrio más antiguo de la ciudad, se llenó de idiomas y hábitos «extraños». Los inmigrantes, dedicados generalmente a las actividades portuarias, posteriormente al período de la fiebre amarilla que azotó al sur de la ciudad entre 1870 y 1871 ocuparon las casonas abandonadas por las familias adineradas y las subdividieron en espacios de uno y dos cuartos que fueron asignados a diferentes familias. Así nació el conventillo. Similar acontecimiento también tendría lugar en el barrio Montserrat.

Principales calles, esquinas famosas y puntos de encuentro

Si se camina por las calles de San Telmo se verán no grandes monumentos, sino antiguas casas con tradicionales patios y pequeños locales pletóricos de objetos con recuerdos e historia.

 

Paseando por San Telmo:

 

 

Floralis Genérica

Floralis Genérica

Nuestro poeta Almafuerte decía “¿que la ciencia es brutal y que no sueña? ¡Eso lo afirma el asno que la enseña!”. La Floralis Genérica es un ejemplo de cuánto puede soñar la ciencia.

La Floralis es la primera escultura argentina con movimiento, regalo del escultor, arquitecto, y filántropo argentino, Eduardo Catalano. Fue inaugurada el 13 de abril de 2002 con un hermoso recital de la Camerata Bariloche en la Plaza de la Naciones Unidas sobre la Avenida Figueroa Alcorta en la Comuna 2.

La escultura se encuentra situada en el centro de un parque de cuatro hectáreas de límites arbolados, rodeada de sendas que se acercan y alejan brindando diferentes perspectivas del monumento y situada por sobre un espejo de agua, que aparte de cumplir su función estética, la protege

La idea surgió un atardecer de verano, cuando trabajando en su jardín de invierno, notó que una gran flor roja de la especie Hibiscos comenzaba a cerrarse. Sin saber por qué, dibujó una flor geométrica. Catalano cuenta que hacía tiempo deseaba crear una estructura móvil que se abriera, se cerrara o se expandiera. Florales Genérica es ese proyecto hecho realidad.

De acuerdo a su mentor, el nombre de la obra se adoptó porque es ley de la flora nombrar sus especies en latín. Floralis, significa que pertenece a la flora, y en consecuencia a las flores. Genérica, por su parte, deriva del concepto de género e indica que representa a todas las flores.

La Floralis es una gran flor realizada en acero inoxidable, con esqueleto de aluminio y hormigón armado, que mira en dirección al cielo, extendiendo hacia él sus seis pétalos. Pesa dieciocho toneladas y tiene 23 metros de altura. Un delicado mecanismo de relojería acciona los movimientos de la flor.

Si algunos artistas afirman que el arte está reñido con el sistema, la Floralis Genérica es la obra de un artista en rebeldía con los moldes preestablecidos… como la mayoría de los porteños.

Puente de la Mujer

Puente de la Mujer

Puente de la Mujer inaugurado el 20 de diciembre de 2001 en el dique 3 del barrio más moderno y caro de la ciudad, Puerto Madero.

Según dicen los arquitectos que dicen saber, el raro puente de la mujer  de 172 metros de largo que une las dos márgenes del dique 3, es “una representación abstracta de una pareja bailando tango; el hombre dominante sobre la mujer inclinada hacia atrás en posición horizontal” es la definición de la figura arquitectónica que costó 6 millones de dólares y por el que la ciudad no debió desembolsar un solo peso.

Aclara Tomás Buenos Aires según los antecedentes obtenidos: en el puente de la mujer el hombre se ve representado por el formidable mástil que, con 39 metros de altura y 39° de inclinación se levanta por sobre la construcción. La mujer: es todo lo demás. Es decir el tramo horizontal que une los dos muelles, o sea el puente propiamente dicho de paso peatonal.

Redondea el concepto del puente dedicado a la femineidad, el estar ubicado en el barrio cuyas calles recuerdan las personalidades de mujeres que inscribieron su nombre en la historia argentina y latinoamericana.

Surge rápido la pregunta: desde ya raras figuras evocan arquitectónicamente hablando a hombre y mujer, pero… ¿bailando tango? ¿Con la representación de la mujer acostada?

Sí, es raro por lo menos para el neófito en el arte arquitectónico. Es raro el Puente de la Mujer de Puerto Madero. Aunque caracterice al barrio y entregue a la ciudad un hito de modernidad abstracta.

Este puente peatonal es la primera obra del arquitecto e ingeniero valenciano Santiago Calatrava, construido en América latina.

El puente de la mujer tiene 172 metros de largo y seis de ancho. El mástil metálico se eleva 39 metros. El puente -de 800 toneladas de peso- fue ideado para que su parte central gire y permita el paso a las embarcaciones cada vez que sea necesario. Su mecanismo de giro, instalado por debajo del nacimiento del mástil, es uno de los grandes del mundo con 20 motores eléctricos en el eje principal comandados por computadora. Esta sección central está sostenida por el mástil de acero con alma de cemento, del que se desprenden los gruesos cables de acero que soportan el tramo que gira.

La obra se realizó en España – por la empresa Urssa en la ciudad de Vitoria, en el País Vasco, con acero que no se fabrica en la Argentina- y se trasladó por partes a Buenos Aires en buques transatlánticos y guarda parecido con el Puente del Alamillo en Sevilla (España). En 2008 esta construcción fue reconocida en Ámsterdam, Holanda, con el premio internacional de la Federación Internacional de Bienes Raíces, red mundial que agrupa al ramo de la construcción e inmobiliario, en la categoría Sector Público.

Planetario

Planetario

La idea de que la Ciudad de Buenos Aires contara con un Planetario comenzó a plantearse en 1958 por iniciativa del Concejal socialista José Luis Pena y del Secretario de Cultura del Municipio Aldo Cocca.

Las obras de construcción del Planetario Galileo Galilei comenzaron, bajo dirección del arquitecto argentino Enrique Jan, de la Dirección General de Arquitectura de la otrora Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (MCBA), en 1962. Los trabajos estuvieron a cargo de la Compañía de Construcciones Civiles S. A., el por entonces intendente Eugenio Schettini lo inauguró el 20 de diciembre de 1966.

La primera función se realizó el 13 de junio de 1967. Del primer espectáculo participaron los alumnos de la Escuela Comercial Nº 1 de Banfield y del Colegio de la Santa Unión de los Sagrados Corazones, de la Capital Federal. El profesor de Geografía y Matemática Antonio Cornejo les mostró en dicha ocasión como estaría el cielo sobre Buenos Aires, la Antártida Argentina y el polo sur esa noche, y la forma de orientarse mirando la Cruz del Sur. La apertura definitiva para el público en general se realizó el 5 de abril de 1968.

El edificio del Palnetario consta de cinco pisos, seis escaleras (una helicoidal) y una sala circular de 20 metros de diámetro.

Su cúpula semiesférica tiene 20 metros de diámetro y está recubierta interiormente con chapas de aluminio, que sirve como pantalla. En el centro está ubicado su corazón: el auténtico planetario.

La semiesfera está montada sobre una red de 5.300 barras de acero interconectadas, planchas de aluminio y madera, vidrios curvos y una base de hierro en forma de U, es decir, seis triángulos equiláteros cuyos vértices dispuestos hacia adentro dan como resultado un círculo.

En el museo del primer piso se expone una roca lunar que trajo a la Tierra la misión Apolo XI para el Planetario. Fue un regalo del ex presidente estadounidense Richard Nixon.

En la explanada de acceso al Planetario se pueden apreciar meteoritos como el metálico llamado “La Perdida”, encontrado en 1965 en la zona de Campo del Cielo, correspondiente a la provincia del Chaco.

https://www.youtube.com/watch?v=poNyiRjQuPE

Obelisco

Obelisco

El Obelisco es, en todo el mundo, el mayor emblema de la ciudad y de sus habitantes, como lo pueden ser la Torre Eiffel en París o la Estatua de la Libertad en Nueva York. Inaugurado en 1936 para recordar el cuarto centenario de la primera fundación de Buenos Aires, es obra del arquitecto Alberto Prebisch, uno de los principales exponentes del modernismo argentino y autor también del vecino Teatro Gran Rex. Se ubica en el lugar donde fue izada por primera vez la bandera nacional en la ciudad. Quien visita Buenos Aires no puede dejar de fotografiar este monumento, ubicado estratégicamente en la intersección de dos de las avenidas más importantes: la 9 de Julio, entre las más anchas del mundo, y la “calle” Corrientes, uno de los principales polos culturales de la ciudad.

El Obelisco es, además, el eje del Metrobus, sistema de transporte de colectivos que cruza el Microcentro por la Avenida 9 de Julio, inaugurado en el año 2013. Con una altura total de 67,5 metros y una base de 6,8 metros por lado, el Obelisco posee una única puerta de entrada (mirando hacia la Avenida Corrientes en dirección oeste), detrás de la cual hay una escalera marinera de 206 escalones con 7 descansos que lleva a la cúspide. Allí existe un mirador con cuatro ventanas, visibles desde la calle. Y por encima de ella, el monumento emblema de Buenos Aires culmina en un pararrayos que no logra divisarse a simple vista. Actualmente está prohibido el ingreso.

Curiosidades

¿Sabías que el Obelisco fue muy resistido durante sus primeros años? De hecho, tres años después de su inauguración, el Concejo Deliberante sancionó su demolición, decisión que fue vetada por el intendente de entonces. Hoy, en cambio, es uno de los principales puntos de reunión de las manifestaciones políticas y del festejo de los logros deportivos. Para celebrar su 75° aniversario en 2011, se organizó una visita guiada para 75 vecinos, uno por cada año de vida del Obelisco.

 

Teatro Colon

Teatro Colon

El Teatro Colón de la ciudad de Buenos Aires es considerado uno de los mejores teatros del mundo. Reconocido por su acústica y por el valor artístico de su construcción, su actual edificio cumplió 100 años en 2008.

Emplazado entre las calles Cerrito, Viamonte, Tucumán y Libertad, en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires, fue inaugurado el 25 de mayo de 1908 con la ópera Aida de Giuseppe Verdi. Este edificio reemplaza al antiguo Teatro Colón, erigido en la manzana que ocupa hoy el Banco Nación, frente a la Plaza de Mayo, que funcionó entre 1857 y 1888.

La construcción del nuevo edificio llevó alrededor de 20 años, siendo colocada su piedra fundamental el 25 de mayo de 1890, con la intención de inaugurarlo antes del 12 de octubre de 1892 en coincidencia con el cuarto centenario del descubrimiento de América. El proyecto inicial fue del arquitecto Francesco Tamburini quien, a su muerte en 1891, fue continuado y modificado por su socio, el arquitecto Víctor Meano, autor del palacio del Congreso Nacional. Las obras avanzaron hasta 1894, pero se estancaron luego por cuestiones financieras. En 1904, tras la muerte de Meano, el gobierno encargó al belga Jules Dormal que termine la obra. Dormal introdujo algunas modificaciones estructurales y dejó definitivamente impreso su sello en el estilo francés de la decoración.

A fines de 1907 se firmó el primer contrato de arrendamiento del Teatro Colón, aunque los trabajos de terminación del edificio estaban atrasados en relación con la fecha fijada para la inauguración de la sala, el 25 de mayo de 1908. De todas maneras, en esa fecha se llegó a realizar la primera función en la sala principal del Teatro Colón a cargo de la Gran Compañía Lírica Italiana, aunque con algunas dependencias del edificio inconclusas como el Salón Dorado y las marquesinas de hierro sobre las calles Libertad y Cerrito.