El Viaje a El Mirador es una aventura desde el comienzo
La aventura comienza en el Valle de la Asunción, donde se toma alguno de los transportes que viajan hasta Santa Elena; municipio vecino de la Isla de Flores en Petén, a la que se puede llegar caminando o tomando un tuc-tuc. El trayecto desde la ciudad dura aproximadamente nueve horas, de manera que es preferible viajar en un transporte cómodo, un buen libro o un playlist cumbio-salsero elaborado por el editor del suplemento Cultural de La Hora para así evitar la monotonía mediocre del cine gringo violento que ponen los inocentes muchachos del bus. Una recomendación imprescindible es buscar hoteles con anticipación, pues si se omite esta acción se corre el riesgo de no encontrar una habitación. En Flores hay hoteles de varios precios y amenidades. La isla es un lugar sumamente turístico, es pequeña y puede recorrerse en toda su extensión caminando por la orilla en media hora, hay restaurantes con gastronomía muy diversa y a precios accesibles. Desde allí se puede viajar hacia diferentes sitios turísticos en Petén, como Yaxhá, Tikal y otros más.
Para hacer el viaje contacté a la empresa “Dinastía Kan El Mirador”, que es administrada por Antonio Centeno, quien es parte de la comunidad Carmelita, con ellos trabajan los guías comunitarios y el personal de logística que colabora con los viajeros durante la expedición. Hice el depósito correspondiente y programé el viaje para salir el domingo hacia Carmelita, de manera que el sábado salí hacia Flores. El domingo en la madrugada, Antonio pasó a recogerme, “Buenos días, ¿Qué tal?” fueron las primeras palabras que pronuncié, y un “Buenos días” con acento madrileño fue lo primero que escuché, era Laura quien también viajaba hacia El Mirador, “Buenos días” replicó Juan Carlos, otro español entusiasta originario de Asturias, delante de nosotros iba Christian, un suizo, quien casi no hablaba español, así que tocó entendernos en inglés. El primer día desayunamos en Carmelita, previo a comenzar la caminata, desde la carretera la convivencia se tornó interesante, entre Franco -no yo, sino el dictador español- el PP, Pablo Iglesias, el triángulo norte de Centroamérica y lo que implica, la selva son temas que dan para mucha cháchara. Terminamos de desayunar y Giovanni ya ha ensillado los caballos que cargarán la comida y nuestras mochilas.