Muy cerca de la ciudad de Antigua se encuentra esta pequeña montaña llamada el Cerro de la Cruz. Es un lugar formidable para poder apreciar en todo su conjunto a esta bella ciudad de Antigua, acertadamente declarada: “Monumento de América” y “Patrimonio Cultural de la Humanidad”.
En su cima se puede observar perfectamente el trazo inconfundible de la ciudad, típico de la urbanización de la época Colonial. Sus calles y avenidas perfectamente delineadas. Su plaza Mayor al centro y todas sus demás edificaciones: iglesias, conventos (la mayoría ahora en ruinas), sus casas de diferentes colores con sus techos de teja, sus calles empedradas, en fin todo es una panorámica preciosísima que nos deja sin aliento
Este cerro se conoce con dos nombres: Cerro del Manchén (por el lado norte), y Cerro de la Candelaria (por el lado noreste). Es por este último por donde generalmente se sube, y puede hacerse también de dos formas: por un graderío (a pie), o por la carretera (utilizando una bicicleta montañesa, un tuk-tuk, o un carro). De todas maneras su ascenso a pie no lleva más de 30 minutos y su descenso unos 10. A pesar de que es muy pequeño, es lo suficientemente elevado para poder admirar en toda su magnitud a la extraordinaria ciudad Colonial y deleitarse en su cima de por sí encantadora, con una gran cantidad de árboles especialmente pinos y cipreses, una gran variedad de plantas y flores silvestres.
Además de la belleza de la ciudad, se puede apreciar al fondo al majestuoso Volcán de Agua, magníficamente asentado y pleno de singular prestancia.
Desde el año de 1,930 que se puso en este cerro una enorme cruz y de ahí es que deriva su nombre, originalmente esta cruz era de madera, y un día antes del jueves de la Ascensión se la iluminaba con una enorme serie de focos. Posteriormente se cambió esta cruz por una de concreto, esto habrá sido como en los años 60. Y ahora cuenta con una iluminación a base de reflectores.