El mercado flotante se encuentra en la Bahia de Santa Ana, en el distrito de Punda de la capital de Curaçao, un pintoresco y colorido mercado. El mercado flotante se llama asi porque, a pesar de que los puestos se encuentran en tierra firme, a lo largo del paseo marítimo, las mercancías son almacenadas en pequeños barcos de pescadores que se encuentran amarrados al muelle por la parte posterior. Generalmente son vendedores venezolanos que vienen a la isla a vender sus productos frescos. El mercado flotante es un mercado de alimentación en el que se pueden encontrar todo tipo de vegetales y frutas exóticas.
Los registros históricos y arqueológicos, señalan a tribus de caquetíos, pertenecientes a la familia arawak, como primeros pobladores de la isla que crearon este estilo de mercado flotante.
La invasión de los primeros colonizadores europeos se produce en el año 1499, cuando una expedición española comandada por Alonso de Ojeda, descubre la isla durante su primer viaje de exploración de la costa norte de Suramérica. Junto a él se encuentran Juan de la Cosa y Américo Vespucio quien la llama Isla de los Gigantes, debido aparentemente, a la elevada estatura de sus habitantes indígenas.
El dominio español se mantuvo durante todo el siglo XVI, período durante el cual sus habitantes originales fueron trasladados hacia la colonia de la isla la Española. Sirvió de puente para la exploración y conquista española de territorios en el norte de Suramérica. La isla fue abandonada paulatinamente, a medida que avanzaba la colonización del continente. España colonizó Curazao desde 1499 por un período aproximado de un siglo como parte insular de la Provincia de Venezuela. Asimismo, una de las referencias más antiguas sobre el nombre de la isla, se encuentra en el archivo del Registro Público Principal de la ciudad de Caracas (Venezuela). Un documento fechado el 9 de diciembre de 1595 especifica que Francisco Montesinos, cura y vicario de «las Yslas de Curasao, Aruba y Bonaire» le confería un poder a Pedro Gutiérrez de Lugo, estante en Caracas, para que cobrara de las Reales Cajas de Felipe II el salario que le correspondía por su oficio de cura y vicario de las islas.