Un importante sitio arqueológico donde se hallaron las primeras pinturas rupestres de la provincia. Además de su valor arqueológico, sorprenden por la belleza del paisaje y su clima de ensueño, ideal para disfrutar en las pedregosas costas del sector.
Los primeros habitantes de estas tierras, seguramente antecesores de los tehuelches, venidos del norte en la época de las glaciaciones, eran pueblos cazadores. Por eso imprimieron en los muros de estas cuevas dibujos que muestran cómo hacían para cazar y cuáles eran los animales que convivían con ellos. También las clásicas “manos pintadas” y los extraños laberintos que seguramente representaban el difícil camino del tránsito al más allá.
Gracias a su habilidad y su conocimiento para utilizar los colorantes podemos todavía hoy admirar estos testimonios de los que nos precedieron en estas lejanas tierras.
Las pinturas originales fueron descubiertas por Francisco Perito Moreno en 1877 y tendrían una antigüedad aproximada de 4000 años. Junto con éstas se pueden ver, sobre los acantilados, reproducciones de muestras de arte rupestre de otros lugares de la Provincia de Santa Cruz.