«La Plaza de la República fue construida sobre lo que se llamaba Plaza del Cacique Tipitapa, en donde se decía había diez mil flecheros. En donde se encuentra el Parque o Monumento a Rubén Darío, según documentos históricos, se ubicaba el Tiangue Indígena», recuerda el periodista Adolfo Pastrán en su «Informe Pastrán» de este miércoles. Agrega que «esta plaza fue llamada Plaza de Armas y a partir del 24 de Julio de 1946 fue inaugurada por el general Anastasio Somoza García, padre de la dinastía somocista, durante las celebraciones del centenario de la ciudad de Managua, siendo Alcalde o Ministro del Distrito Nacional, Andrés Murillo.
Una crónica histórica
El viernes 15 de Octubre de 1999, El Nuevo Diario publicó la siguiente crónica, a propósito de la destrucción de la Plaza de la Revolución, ordenada por el entonces presidente, Arnoldo Alemán.
Gobierno depreda memoria capitalina
Borrando plazas e historia
Por Mario Mairena Martínez, El Nuevo Diario, 15 de octubre de 1999 «Requiescat in pacem!» (descanse en paz), La Plaza de la República o Plaza de la Revolución, toda una referencia histórica del pueblo nicaragüense ante el mundo, hoy está siendo reducida por el gobernante de turno, a una especie de rotonda con una fuente luminosa en el centro. Inaugurada el 24 de julio de 1946 por el general Anastasio Somoza García, durante las celebraciones del centenario de la ciudad de Managua y proyectada internacionalmente el 20 de julio de 1979 con el triunfo de la Revolución Popular Sandinista, la plaza es borrada de la faz de Managua. Contrario a otros lugares en el mundo que son guardados celosamente como emblemas de lucha, pese a los cambios de gobierno, como la Plaza de Tlatelolco en México donde murieron miles de jóvenes en 1968, la Plaza de Mayo en Argentina, la Plaza de Tiannamen en China y La Plaza Roja en Moscú, Managua ha quedado sin plaza simbólica. De la obra de Gratus Halftermeyer «Historia de Managua», tomamos los siguientes párrafos que mencionan a la Plaza de la República como testigo mudo de las celebraciones del centenario de la ciudad de Managua, cuando era ministro del Distrito Nacional, el general Andrés Murillo. «Desde el amanecer del 24 (de julio), Managua entera hallábase hirviente de entusiasmo por las celebraciones centenarias de su erección como ciudad. Las principales calles, engalanadas con banderolas y adornos de papel, estuvieron muy transitadas por grupos de moradores capitalinos que se dirigían a los sitios donde se anunciaban espectáculos. Los trenes trajeron mucha gente que vino a participar de las fiestas». «El desfile de los deportistas de las ligas mayor y menor fue un espectáculo imponente. 1,300 atletas uniformados con los colores de sus respectivos clubes recorrieron las principales calles desde el Estadio Nacional, pasando por la Avenida Roosevelt y terminando en La Plaza de la República». «Después de un recorrido por varias calles convergió también hacia La Plaza de la República a las diez de la mañana, precedido por los Boy Scouts, el Cuerpo de Bomberos con sus uniformes de gala y llevando valiosas unidades. El público tuvo ocasión de admirar las unidades nuevas. El doctor Pedro Pablo Alvarez, desde el tablado levantado al norte del Palacio Nacional y hacia La Plaza de la República, disertó sobre la gran importancia de los cuerpos Scouts y Bomberos». «Por la noche, aunque hubo conciertos de siete a once en los principales parques de la capital: Santo Domingo, Candelaria, San Antonio, Bolívar y Bartolomé de las Casas, todos muy concurridos, asistió inmenso público al Parque Central y Plaza de la República, donde en el primero se oían 4 conjuntos sinfónicos y en la segunda esperaban la hora de la gran velada lírico-cultural. Entretanto los juegos pirotécnicos llenaban su punto de diversión, en toda su variedad: toros encohetados, estrellas luminosas, palmeras, cascadas, torbellinos, etc».
Una calle que se hizo Plaza
Según otros datos que hemos podido obtener, antes de 1946 lo que había donde se miran los restos de la plaza, era una calle que dividía el inmenso Parque Central y la Catedral de Managua, hasta que al ministro del Distrito Nacional, general Andrés Murillo se le ocurrió hacer lo que recibiría el nombre de La Plaza de la República. La Plaza de la República fue después del Palacio Nacional, el que se inauguró en 1942 por el primero de los Somoza y donde antes de 1979 funcionaban el Congreso Nacional, el Ministerio de Hacienda, Dirección General de Ingreso y Tribunal de Cuentas, hasta que se dio el triunfo revolucionario.
Lustrador que ha visto cuatro épocas
El somocismo, el sandinismo, doña Violeta y Alemán son cuatro épocas que han pasado por los ojos y la mente del señor José Agatón Pavón López, quien lustra en el parque desde hace 26 años, siendo además testigo presencial de la toma del Palacio Nacional aquel 28 de agosto de 1978. Este humilde lustrador refirió que en un primer momento ni cuenta se dieron que eran los sandinistas los que habían llegado al Palacio Nacional, ya que desde su puesto de trabajo lo que pudo ver fue a unos que creyó eran de la misma Guardia Nacional, «porque llegaron gritando, dénnos las armas que viene el hombre en camino». Luego -añadió- se escucharon unos disparos y un gestor de impuestos de apellido Payán se vino corriendo hacia nosotros, diciéndonos que los sandinistas se habían tomado el Palacio y que eran encabezados por un señor llamado Cero y que era mejor que nos apartáramos del lugar. «No duró mucho tiempo para que llegaran las tropas de la EEBI a decirnos váyanse de aquí hijos de la gran p… que no respondemos por sus vidas», por lo que don José Agatón, en la prisa y el susto que se llevaba, dejó su caja de lustrar y las vendedoras abandonaron los tramos de comida.
El inolvidable 20 de julio
Montado en su caja de lustrar, don José recuerda aquel 20 de julio de 1979 cuando la Plaza de la República pasó a llamarse Plaza de la Revolución, «en momentos que resultó pequeña para el montón de gente que vino a celebrar la salida de Somoza». «Mire, allí era el Club Plaza», dijo señalando hacia el punto donde se encuentra el mausoleo del Comandante Carlos Fonseca, «el que se cayó con el terremoto de 1972, pero la plaza nunca perdió vida porque siempre ha sido visitada». El hombre que tiene 26 años de lustrar frente a la Plaza de la República o Plaza de la Revolución espera que con la llegada del doctor Arnoldo Alemán a la nueva Casa Presidencial, no tomen medidas en contra de ellos que pueden llegar hasta el desalojo, «espero que eso no ocurra porque aquí todo cambia».