El Calvario de la ciudad de Cobán, se ha convertido con los años en uno de los monumentos arquitectónicos símbolos de la cultura cobanera. El lugar donde fue erigido, las leyendas, tradiciones, anécdotas personales, su espectacular vista y los paisajes que lo enmarcan hacen de éste uno de los sitios de interés turístico de la región, visitarlo es casi una obligación para los turistas, quienes cuentan los 137 escalones de la base en la calle hasta el templo.
Además de ser un símbolo tradicional, El Calvario es una pieza histórica de la arquitectura de Guatemala y un objeto de estudio por parte de los conservadores de la riqueza arquitectónica de nuestro país.
Su historia y sus leyendas se mezclan entre el sincretismo que existe entre la cultura maya y sus creencias ancestrales y la influencia de la religión católica, creando un rico acervo cultural que con el paso de los años crece.
Año con año se celebran en este majestuoso lugar una serie de actividades de carácter religioso y cultural que hoy en día son tradiciones vivas que se escriben en las nuevas páginas de la historia de Cobán.
Para los cobaneros El Calvario subyace en las memorias de cada uno, de alguna manera todos tenemos al menos una historia, una anécdota, un recuerdo de amores de la adolescencia, una noticia, una noche misteriosa, un evento social, cultural o religioso… y así, este lugar enclavado en la colina, es testigo mudo de las andanzas de los habitantes de esta ciudad del norte de Guatemala.
Historia
En esta parte del mundo, la documentación histórica es escasa, sin embargo de generación en generación se han ido pasando datos que han sido recabados para formarnos una idea más o menos general de la historia de El Calvario.
Aunque no se conoce con precisión la fecha exacta de su erección, algunos documentos posteriores y la tradición oral sugieren que fue en el año 1810. Tanto el motivo, como la elección del lugar para su construcción están rodeados de un aura de misterio e intervención divina, que la Iglesia Católica no ha podido negar ni confirmar y dichos relatos aún se transfieren de una generación a otra, los cuales llegaron hasta nuestros días y están incluidos en la investigación de la arquitecta Flor de Lourdes Ramirez.
De la tradición oral, hay registros del relato de la anciana María de la Cruz en el año de 1939 quien dice que el financiamiento de la obra de El Calvario estuvo a cargo de un acaudalado indígena lacandón llamado Don Francisco Pop Yat.
Las campanas tienen fechas 1840, 1861 y 1862, en un documento de 1895 perteneciente a descendientes de Francisco Pop Yat se menciona al sacerdote Esteban Lorenzana, quien fue cura en Cobán entre 1832 y 1850, también se han confirmado bautizos y entierros entre esas fechas, no obstante en la actualidad se desconoce el paradero de dichos registros.