Museo Estancia Jesuítica y Casa del virrey Liniers
El Museo tiene su sede en la residencia de la Estancia Jesuítica del siglo XVII, que integraba el casco de la Estancia Jesuítica de Alta Gracia. Sus salas están ambientadas con objetos que evocan la vida cotidiana y la forma de trabajo de cordobeses y serranos en los siglos XVII, XVIII y XIX. Desde el año 2000 la Estancia de Alta Gracia, como parte del sistema económico cordobés, es Patrimonio de la Humanidad.
Historia
El Museo Estancia Jesuítica de Alta Gracia y Casa del Virrey Liniers (histórico nacional), tiene su sede en una antigua residencia del siglo XVII que integraba el casco de la Estancia Jesuítica de Alta Gracia.
Córdoba era en aquella época capital de la Provincia Jesuítica del Paraguay. Esa Provincia comprendía los actuales territorios de Paraguay, Brasil, Uruguay, Bolivia y Argentina, conformando una red social, económica y cultural que convirtió a Córdoba en uno de los centros de desarrollo más importantes de Sudamérica.
Dentro de esa estructura surgieron las estancias de Caroya, Jesús María, Santa Catalina, Alta Gracia, La Candelaria y San Ignacio de los Ejercicios (hoy en ruinas) que solventaron con su producción económica los establecimientos educativos fundados por los jesuitas y que actualmente forman parte de la Manzana de la Compañía en la ciudad de Córdoba. La Estancia de Alta Gracia fue uno de los centros rurales más prósperos de la compañía cordobesa. Tenía como objetivo el sostén del Colegio Máximo, luego primera universidad del territorio argentino y mantenía un fluido intercambio económico con las otras estancias jesuíticas.
Este centro rural estaba integrado por la Residencia (actual museo), la Iglesia, el Obraje donde se desarrollaban las actividades industriales, la Ranchería (vivienda de negros esclavos), el Tajamar (dique de 80 m de largo), los Molinos Harineros, el Batán (edificio que alberga una máquina movida por el agua y compuesta por mazos de madera cuyos mangos giran sobre un eje para golpear, desengrasar los cueros y dar consistencia a los paños) y otras construcciones que datan de los siglos XVII y XVIII.
En 1810 la Estancia fue adquirida por Santiago de Liniers quien vivió unos pocos meses en la casa. En 1820 José Manuel Solares compró la propiedad a la familia de Liniers, siendo el último dueño de la estancia.
Por voluntad testamentaria decidió el deslinde de los terrenos para la conformación de una villa, hoy ciudad de Alta Gracia, quedando la residencia en el centro del núcleo urbano al que dio origen. Durante cien años los Lozada, herederos de Solares fueron los propietarios de las construcciones jesuíticas y tierras adyacentes.
En 1969 la Nación Argentina expropió a sus dueños la residencia, convirtiéndola en Museo, inaugurado oficialmente en 1977. Su importancia radica fundamentalmente en su valor arquitectónico, que se preserva fiel a la estructura original. Esta casa museo ha sido ambientada de acuerdo a los modos de vida que tenían los cordobeses y serranos en los siglos XVII, XVIII y XIX y su patrimonio está compuesto por objetos de gran significación, evocadores de la vida cotidiana y las formas de trabajo en la antigua estancia.
Por medio de dioramas, maquetas, gráficos, fotografías en las salas y ambientaciones de época (herrería, alcoba, cocina, etc.) se procura que el visitante descubra quiénes fueron los actores sociales que vivieron y trabajaron en ella: jesuitas, negros, aborígenes, europeos y criollos.
El 2 de diciembre de 2000 como parte del sistema Jesuítico Cordobés, Alta Gracia, las otras estancias y la Manzana de la Compañía: Iglesia, Capilla Doméstica, Residencia de los Padres, Rectorado de la U.N.C. y Colegio Monserrat, fueron declaradas por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.