Día de Muertos….y el alimento que sacia el alma
Está ya muy cerca el Día de Muertos y, en muchos sitios es una festividad muy importante. Hablar del Día de Muertos es, sinónimo de fiesta, tradicional, importante y reconocida a nivel mundial. Es recordar en vida y celebrar alegres a quienes ya están en otro plano; logrando que por medio de comida, bebidas y flores el que se conviva por un día, con nuestros seres queridos; los apapachemos con lo que más disfruta el mexicano… la comida.
Y es en México que teniendo tal diversidad de tradiciones gastronómicas y costumbres donde haremos un viaje que los llevará de la mano a recorrer sus estados, pueblos, mercados, sintiendo a través de la lectura sus hermosas tradiciones todo alrededor de la comida que en estas fechas, que es la principal unión con el más allá.
Para empezar el Día de Muertos en México es una celebración que data desde la época prehispánica, donde celebrar la muerte tenía que ir acompañada de majestuosas comidas y platillos dignos para esta celebración. Para nuestros ancestros, el alimento siempre fue un símbolo de no solo alimentar el cuerpo, si no también alimentar el alma y el espíritu. Es donde el Maíz, cacao, amaranto, calabazas, chiles, flores, pulque, semilla, entre muchos; eran los principales ingredientes a consumirse en esta gran celebración. Tiempo después y, al igual que con muchas otras tradiciones mexicanas ésta se catolizó en parte, lo que permitió enriquecerla aún más con la llegada de nuevos alimentos e ingredientes a nuestro altar. En estas fechas, parte de esta tradición es hacer los altares y ofrendas a nuestras animas; a quienes los dedicamos con tanto respeto y gusto. En estas ofrendas y dependiendo del Estado de la República es lo que se colocará de comida y bebida. Siempre serán platos llenos de comida, fruta, dulces, atole, y bebidas con alcohol o que al difunto le gustaba, los colores de frutas y platillos casi siempre van en los tonos naranjas, amarillos o rojos (mandarinas, tejocotes, mazorcas, naranjas, calabazas en dulce, moles, etc.), ya que se tiene la creencia de que estos, por sus tonos de color intenso guían a las almas hasta su altar.
La comida una vez puesta en el altar no debe ser tocada por nadie hasta el día siguiente o, hasta la hora que se decida que los muertos ya han comido lo suficiente. “Las bebidas sacian la sed del recorrido del alma”…y si le pusieron su alcoholito, aún mucho mejor para recordar sus buenos tiempos y festejar con sus seres vivos.
La comida es para todos el significado de unión en esta celebración, los tamales (con todas sus variantes), el pan tradicional que varía dependiendo el Estado, las calaveritas de amaranto y azúcar, los atoles, los moles tradicionales, los pibes, mucbipollos, el xec (mezcla de naranja, mandarina, jícama, chiles) la bebida Balché, atole Tan-chucua que está elaborado con maíz, cacao, pimienta y anís, los marquesotes, el Pozol blanco y de cacao, el Puxinu (palomitas con dulce) cocadas, tepaches, sotoles, mezcales, caldos y sopas, arroces y frijoles de olla…y por supuesto las tortillas hechas a mano y salidas del comal. La lista es enorme de todo lo que se prepara para este gran día.
“Si nos dan un día al año para regresar a casa; definitivamente, lo que más disfrutaríamos seria el comer todo aquello que disfrutamos en vida, acompañados de quienes nos aman y amamos y así volver a dormir otro año más con la panza feliz y el corazón contento”.