La corridas de toros en Costa Rica
Es toda una cultura que reúne a jóvenes y adultos en un espectáculo de valentía sobre el lomo de un animal. Dicen que para los guanacastecos, tirar un toro suelto a la arena de un redondel es como un insulto. Alguien debe montarlo, alguien tiene que clavarle la espuela y partirse el alma para salir victorioso en esa lucha del hombre contra el animal. Y los valientes sobran, pero no solo en Guanacaste. Quizá ahora mismo, mientras usted lee esta revista, en algún rincón del país se ha escuchado el grito de «¡puerta!» y, sobre el lomo de un toro, un hombre se está jugando lo que pueden ser sus primeros instantes de gloria o sus últimos segundos de vida.
La historia de las corridas se remonta a las culturas mediterráneas donde se registran las primeras evidencias de corridas. Dos mil años antes de Cristo, en Grecia, la relación bestia-hombre revestía un significado mitológico.
Después, los romanos masifican ese desafío y lo convierten en un verdadero circo. Años más tarde, los españoles hacen de este espectáculo un arte, una profesión.
Con la llegada de los españoles a América, la tradición se esparce en forma vertiginosa por el continente, al punto que en varios países, incluido el nuestro, los gobiernos establecen por decreto la realización de festejos populares al final de cada año, allá por el año de 1860.
Desde ese momento las corridas empiezan a robarse el corazón de los costarricenses. En el siguiente siglo, las corridas tendrían varios escenarios, quizá el más recordado es el de Plaza González Víquez, la cual contaba con una pila de agua donde los improvisados se lanzaban para salvarse del toro. Aunque las corridas de toros han sido copiadas de otras culturas, los ticos hicieron sus propias adaptaciones al estilo costarricense (a la tica) el cual consiste en soltar un toro en el redondel lleno de toreros improvisados los cuales tratan de acercarse al toro y juguetear con él burlándolo con capotes, sacos, mantas o a mano limpia. En estas corridas no se le hace daño al toro, ni con banderillas, ni con espadas, ni nada que provoque sangre. Las carreras que los toros le pegan a los improvisados y los sustos que éstos se llevan es lo que hace las delicias del público que abarrota los tablados por más de una semana todos los días a dos tandas por día.
es un espectáculo familiar lleno de humor
Los toreros improvisado son siempre voluntarios
Las corridas de toros en Costa Rica va más allá de las corridas en Zapote. El conocido redondel josefino es solo uno de los 400 que hay en el país, a los que se agregan más de 200 barreras en decenas de pueblos.
Durante todo el año, semana tras semana, alguna comunidad de Costa Rica celebra sus fiestas –patronales o cívicas– en las que primero falta la misa antes que los toros